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El Este de LA, presa del asfalto

PROBLEMAS DE MOVILIDAD EN EL MUNDO
Esta comunidad padece las consecuencias de estar rodeada de cuatro autopistas

Rubén Moreno /La Opinion
15 de agosto de 2006



El rugir de los motores puede escucharse con claridad en cualquiera de las calles aledañas al cruce de las autopistas, pero la densidad del tráfico es tan alta que el zumbido de la circulación se llega a apreciar hasta en las cuadras más retiradas.

Castigada a diario por el transitar de más de 430 mil vehículos, el área más occidental del Este de Los Ángeles vive día y noche bajo la sombra del ruido y la contaminación, a expensas de un proyecto que hace cuatro décadas encontró respuestas a la movilidad en el condado, pero que en la actualidad se ha convertido en un dolor de cabeza para muchos ciudadanos.

Las 7.4 millas cuadradas que comprenden el Este de Los Ángeles, desde el río hasta Montebello, y desde City Terrace hasta Commerce, no sólo se han visto resignadas a cualquier idea de expansión, sino que además pasan por el desafío de conservar su propia identidad. Las autopistas 5, 10, 710 y 60, que encuadran una buena parte de la zona, impiden que esa comunidad pueda gozar de oportunidades más saludables.

"Cuando se construyeron las autopistas, Boyle Heights se fragmentó en varios pedazos, y después de 40 años las personas de una misma comunidad se han tenido que acostumbrar a vivir en zonas separadas", señaló Jay Platt, abogado de la organización Conservación de Los Ángeles.

El histórico barrio, que desde los años 20 fue acogiendo a la mayor diversidad de inmigrantes, tiene por vecino al cruce de autopistas más congestionado de todo el planeta. Una razón añadida por la que este vecindario se ha visto relegado de la fama a ser uno de los menos codiciados.

"La mentalidad anterior se basaba en que todo el mundo quería vivir cerca de la autopista para así llegar y salir antes de casa o al trabajo. Pero esto era antes de que se conocieran todos los efectos negativos que ha traído el tráfico y toda la cantidad que hay ahora de vehículos", dijo Anaí Ibarra-López, gerente de participación comunitaria de la Coalición por el Aire Puro.

"Cualquier autopista está hecha para mejorar sólo la comodidad de los conductores, pero con ellas se ha ido decayendo el nivel de vida", indicó Lois Arkin, fundadora y directora ejecutiva de la organización Eco-Village. "Si ponemos el dinero en las carreteras en lugar de buscar alternativas para crear mejores oportunidades, estaremos perjudicando a la ciudad y matando a nuestra propia gente".

Tan sólo en Boyle Heights viven casi 90 mil de las 124 mil personas que residen en el Este de Los Ángeles, donde el 95% de ellas son hispanas. La economía del área la sustentan principalmente las tiendas y restaurantes que han encontrado en su propia regeneración la forma más provechosa de mantener el carácter comunitario de la zona.

"Esta es una de las áreas con varios de los recursos más dignos de ver, con excelentes lugares para visitar y para comer", apuntó Platt. "No es que haya que cambiar completamente la apariencia de los edificios, sino que se trata de añadir más comercios y dar uso a los más históricos para crear una arquitectura mixta que todavía sea más agradable".

Sin embargo, uno de los principales problemas que enfrenta este cuadrante limitado por las autopistas es la falta de más espacio para expandir las oportunidades de vivienda. Los cerca de 32 mil hogares que hay en la zona están ya en su mayoría ocupados, impidiendo así cualquier opción de crecimiento demográfico. En las últimas cuatro décadas sólo hubo un promedio de 500 habitantes más por año.

"En este país se reside en casas unifamiliares, pero tal vez la solución sea crear edificaciones más altas para vivir, con tiendas en la parte baja y transformar los estacionamientos en plazas al estilo europeo", dijo Arkin, que recientemente asistió a una conferencia sobre desarrollo municipal en Barcelona, España. "Eso es lo que vendrá pasando algún día, porque de seguir así las autopistas van a ocupar más espacio del que necesitamos para vivir".

Pero si por algo se caracteriza especialmente el Este de Los Ángeles es porque, comparado con otras zonas más amplias del condado, en apenas tres millas a la redonda se pueden encontrar dos centros recreativos, tres parques y cuatro cementerios en un mismo vecindario que, irónicamente, ha sido apodado con el acrónimo "R.I.P." pero bajo el significado run in peace (corre en paz).

No obstante, pese a que otras seis zonas verdes quedan próximas al cuadrante marcado por las autopistas, Ibarra-López señala que, en este tipo de casos, "de nada sirve tener un parque cerca de las carreteras, porque las personas que quieran ir a gozar de aire limpio lo que harán será respirar las emisiones que desprenden los autos".

Según la experta, lo viable en estas zonas "sería crear lugares para absorber la contaminación con áreas verdes que no estén abiertas al disfrute del ser humano", además de hacer un llamado a la industria automotriz para que los vehículos de energías limpias puedan ser accesibles económicamente a la mayoría de las familias trabajadoras.

Mucho antes de que las autopistas invadieran el Este de Los Ángeles, el arquitecto Frederick Law Olmsted sostuvo en 1930 que para que la ciudad pudiera promover toda su vitalidad social, económica y ambiental a todos los residentes por igual, sería necesario crear una red adecuada de parques, escuelas, playas y transporte. Más de siete décadas después, su visión parece seguir teniendo validez.

"Los Ángeles enfrenta una oportunidad histórica para mejorar la calidad de vida para todos los residentes y para las generaciones que están por llegar", mantiene el Centro de Leyes para el Interés Público que, junto a las cuestiones de salud, considera a los espacios naturales como "un componente crítico de cualquier plan de infraestructura local".

De acuerdo con un estudio realizado por el Distrito para el Control de la Calidad del Aire del Sur de California (AQMD), las emisiones de partículas diésel son causantes de al menos el 70% de los riesgos de cáncer asociados a la contaminación atmosférica en la región de Los Ángeles, donde ancianos, pero sobre todo niños, son los que mayor padecen los problemas respiratorios.

"Al estar en desarrollo, los niños respiran al doble de velocidad que un adulto, por lo que se van a ver más afectados de respirar más partículas contaminantes. Se ha comprobado que los pulmones no crecen al ritmo que el resto del cuerpo, por lo que se dan casos en los que una persona puede tener un cuerpo de adulto, pero estar viviendo con pulmones de niño", indicó Ibarra-López.

En el sur de California, sólo la congestión del tráfico provoca que se emitan al aire 18 mil toneladas de dióxido de carbono cada año.

"No hay una solución mágica para resolver el problema de congestión que tenemos porque son varias las causas que provocan los embotellamientos de tráfico. Pero para contribuir a reducirlos es importante conocer la ruta a la que se debe llegar y salir con tiempo cualquiera que sea el destino", recomendó Humberto Jiménez, portavoz de la Patrulla de Carreteras de California (CHP).

"Ya sabemos que en cinco años vamos a estar mucho más congestionados que ahora. El dinero debería entonces ponerse en la construcción de más viviendas y mejorar el desarrollo económico en los lugares donde viva la gente", indicó Arkin. "Se trata de equilibrar trabajos, vivienda y transporte, pero cada día más familias de bajos ingresos se tienen que desplazar largas distancias para ir a un trabajo en el que les puedan pagar un salario digno", prosiguió la fundadora de Eco-Village. "Al fin de cuentas, no sólo se trata de nuestra salud y la del planeta, sino la de quienes vendrán después de nosotros".

La Opionion, 15-08-2006

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